Mi principal mentor en el mundo en la fotografía, así como los fotógrafos que más admiro, provienen de la nueva objetividad y de la práctica documental.
Por eso este ejercicio propuesto por mi querido y respetado Oscar Colorado, claramente me sacó de mi zona comfort.
La calotipia es una de las primeras técnicas que dieron forma a la fotografía tal como la conocemos.
A diferencia de los daguerrotipos, sus resultados carecían de esa precisión rabiosa de las placa metálicas, y mas bien se trataban de imágenes con textura y grano, así como una tendencia a la suavidad en el foco.
Lo anterior significa abandonar un poco la perfección técnica, y comprender la imagen por sus valores estéticos como un todo.
Decidí ajustar mi cámara en formatos cuadrados (1:1) y cuatro tercios (4:3), proporciones que no acostumbro usar en trabajo, que realizo casi exclusivamente en formato de dieciséis novenos (16:9). Además de disparar directamente en blanco y negro con un ajuste sepia desde la toma, la única excepción es la toma aérea, claramente la más tramposa.
He bautizado al resultado Calotipos imposibles, en cuanto son imágenes que si bien respetan la estética del calotipo, son imposibles de lograr por las limitaciones de la técnica original, que dependía de exposición muy largas, así como de cámaras aparatosas.
Así que decidí enfocarme más en lo semántico. Kalos significa belleza, así que el nombre viene a ser el registro de la belleza, y efectivamente, los calotipistas fueron los primeros en producir imágenes fotográficas con fines estéticas o artísticos.
Estas imágenes son un esbozo de las cosas que considero bellas.